¡ Ya estamos aquí !

Ya nos hemos mudado, la semana pasada. Qué jaleo, qué cansados... Varios días haciendo cajas, ciento y pico, con trabajo máximo el sábado. Menos mal que por la tarde llegaron mi hermana y mi cuñado a ayudar, que si no nos da algo. Ufff, yo sabía que en mi casa tenía muchos trastos, pero tantos, no. Nos acostamos pasadas las dos de la madrugada.

El sábado de buena mañana llegaron los de la mudanza con dos camiones pequeños. 4 hombres en total, que acabarían agotados y con las lumbares hechas puré de tanto bajar cosas. Montaron una escalera-grúa por el balcón y por ahí bajaron la mayoría de las cosas. Los niños, mi hijo y mi sobrino, alucinados cuando vieron bajar la nevera, y aplaudieron  entusiasmados cuando vieron que bajaban su cama y la cuna de la niña. Qué risa tenían.

Mi colchón bajando por la grúa:

  

Y ésta, cargando el lavavajillas:

El sofá fue lo que más costó. No hubo forma de sacarlo por el balcón porque es un sofá grande, y el balcón estrecho, y no podía hacer la curva necesaria para salir por la puerta del balcón y luego girar para llegar a la grúa. Lo bajaron por las escaleras, tampoco cabía en el ascensor, pobres.

Curraron un montón. Yo, como no, le investigué la vida al encargado de la mudanza, que me contó que tienen trabajo casi todos los días y a veces las pasan canutas especialmente en las calles más céntricas donde el ayuntamiento no deja cortar calles para meter el camión. Tienen que bajar trastos y luego llevarlos hasta donde hayan podido dejar el camión. O tienen que bajar trastos por estrechas escaleras de pisos antiguos sin ascensor o interiores sin balcón. Qué trabajos…

No me han dañado nada. Desmontaron y luego montaron en la casa nueva, muy bien, además un mueble de módulos que debía montarse con una disposición diferente, lo hicieron.

Imaginaos piezas de Lego gigantes y de color marrón esparcidas por todos los sitios. Eso es mi casa ahora. Poco a poco vamos vaciando y colocando, pero tardaremos en guardarlo todo. Además nos faltan armarios empotrados por hacer, y hasta que no los tenga nos tenemos que apañar en plan campamento.

Nos hemos adaptado bien. Bueno, el sábado por la noche, agotados va y resulta que el grifo de la ducha tenía un defecto en la instalación y con el niño y yo enjabonados ya, nos tuvimos que salir porque no salía agua fría. El domingo por la mañana vinieron a verlo, y el lunes a arreglarlo. Hubo que arrancar un azulejo de la zona de la ducha, cambiar tubos y volver  a alicatar. Otra vez el baño sucio... Mi marido diciendo que tranquila, que en  los “start-ups”  pasan esas cosas. Ahí aprendí que soy capaz de no comerme a nadie por muy cabreada que estė, que no es mal aprendizaje. Ya está arreglado y el niño ya se ha duchado solo un par de veces ahora que ya no me da miedo que se queme, porque el grifo es termostático.