Desde que nos hemos mudado...

... ha sido un estrés total. Ahora que llevamos aquí más de mes y medio, ya empezamos a descansar y casi todo lo que tiene sitio está en su sitio. Hay objetos que no tienen sitio porque no tenemos armarios empotrados y las cosas están por ahí tiradas en los huecos que algún día serán armarios. El señor Buendía nos puso barras para colgar en los armarios pequeños, y así mi ropa y la de los niños está colgada, y también aprovechamos unas cajoneras viejas. Pero no tienen puertas ni nada más. Mi marido usa un armario viejo que nos dejaron en la casa, de estética familia Monster, pero hace su función.


Nos quedan por guardar unas 10 cajas de las casi 130 que teníamos, no está mal. Lo que queda, pues hija, ya se guardará, o se tirará, o yo qué sé. A ver cuando vestimos el armario del pasillo, que de momento es sólo un gran hueco lleno de trastos que afea bastante (sólo afea. Yo ya me he acostumbrado y ni me pone nerviosa ni nada), y quedará muy grande y nos será muy útil.

La obra ya está terminada. Sólo falta, para ser exactos, que pongan algunas tapas en las cajas de enchufes que pedí que hicieran para llevar cables de televisión o de lo que sea a todas las habitaciones y que de momento no vamos a usar. Y que reparen una picadita que me hicieron en el plato de ducha, que no ve nadie más que yo pero yo la veo mucho, y se hizo porque se les cayó un azulejo de canto encima, ya ves, el día que vinieron a reparar la ducha del baño grande porque no funcionaba debido a una gran chapuza en la instalación, para lo que tuvieron que arrancar azulejos y liarla otra vez, y yo prefiero ni acordarme.

La semana pasada nos pusieron la puerta que faltaba, una de las dos hojas del comedor que se llevaron hace semanas porque tenía un defecto (el lacador de las puertas la había lacado aunque estaba rota, y si cuela, pues cuela), y también nos trajeron los cristales de esas puertas. El siguiente post va sobre puertas, y os las enseño.

Por lo demás, todo bien. Estamos a gusto, los niños se han acostumbrado muy bien, el niño está contento porque ahora vamos andando al cole, y nosotros también más cómodos porque estamos más cerca de todo lo que necesitamos. Los vecinos parecen agradables, ya nos han ido interrogando y algunas señoras hasta han pedido abiertamente, sin disimulo ninguno, entrar en casa para ver cómo nos había quedado. Se lo he enseñado, claro... Porque lo mismo les digo que entren al blog y no me entienden.